martes, 21 de diciembre de 2010

El sueño socialista, la pesadilla del pueblo.

El sueño socialista, el de los que se arroban autodefiniéndose de Izquierdas, salvadores de la Patria de las garras de los fachones, herederos de los descamisados y única solución posible a los males de esta tierra, está llegando a su fin. Porque es eso y solo eso, un sueño que nos han vendido durante años y que ya no convence a nadie, a pesar de que ellos mismos no quieren despertarse. Y es que  todo tiene un final, sobre todo si no se tiene principios, incluso este estado de jauja en el que solo viven ellos y quieren hacernos ver que nosotros también.

Pues no, aquí en la realidad de los cinco millones de parados, los únicos que pueden ser optimistas son ellos, los socialistas, en su especial y enajenada forma de ver la realidad, a los demás así no va, viendo como le clavan las banderillas y la puya a los derechos de los trabajadores, como torean al Estado del Bienestar y como van a pasarle el descabello al PP para que termine de con las aspiraciones de las clases más desfavorecidas y las  condenen a las rastras las mulillas de los mercados al callejón de la Exclusión Social. Luego saldrán a hombros de una Ley Electoral infame, estos del PPsoe, como única cuadrilla que son, y seguirán soñando, con su propio bienestar, de espaldas a un pueblo que en esos momentos ya está siendo desollado por banqueros sin escrúpulos y leyes antisociales.

El sueño de un presidente
Viene de público.es - ANTONIO AVENDAÑO 21/12/2010

El presidente Griñán no tiene que dar un puñetazo en la mesa. Tiene que hacer algo mucho más difícil: tiene que darse un puñetazo a sí mismo para despertar de ese sueño del que ningún secretario del partido se atreve a despertarlo. El sueño del presidente es de los peores que puedan darse en política: es el sueño de quien no sabe que está soñando.

La contundencia del sondeo del IESA no admite paños calientes. Ni siquiera el paño no ya caliente sino ardiente de la crisis y el desgaste de Zapatero. Extremadura, La Mancha o Aragón también están gobernadas por el socialismo menguante, pero no soportan la sangría de votos y complicidades del PSOE andaluz. Al Gobierno de Griñán le faltan brío, ideas, agenda. Le falta hacer política.

Tal vez no sea un Gobierno de brazos caídos, pero demasiados andaluces lo perciben así. Y no se engañe el presidente soñador: entre esos andaluces están muchos dirigentes del partido y no pocos consejeros del Gobierno. Hay puñetazos de los que uno no puede escapar: o te lo das tú mismo o te lo dan. Griñán aún está a tiempo de elegir.

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