lunes, 27 de junio de 2011

¡Contra la derecha, que viene el lobo!, gritó el zorro practicando con la caja registradora.

A propósito de la situación en Extremadura
Sobre el “voto útil” e Izquierda Unida: Otro corolario más de la situación

Salvador López Arnal
Rebelión


Miguel Herrero del Miñón, y colaboradores suyos, sin excesivos escrúpulos democráticos, todos o gran parte de ellos militantes de la UCD, el partido de Adolfo Suárez, diseñaron en los primeros meses de 1977 el mapa de las futuras instituciones políticas “representativas” de la Monarquía borbónica postfranquista y la ley electoral anexa. La finalidad de la operación, conocida o conjeturada por casi todos ya entonces aunque no explicitada abiertamente, la confesó el propio hacedor, “jurista de reconocido prestigio”, muchos años después [1], en la Cadena Ser, en una tertulia que entonces compartía con Santiago Carrillo, que aparentó sentir extrañeza e incluso “alarma democrática” ante la aclaración, como si en aquel preciso instante se acabase de caer del limbo de los justos e inocentes, y Pere Portabella: impedir, esa fue la palabra usada, que el PCE -quien dice el PCE, dice luego IU- consiguiera una representación política destacada en las nuevas instituciones. Ese era el objetivo. ¡Rojos fuera! Pocos y en los márgenes. ¡A la cuneta!, donde entonces estaban y siguen estando los cuerpos de republicanos desaparecidos y asesinados. Al diseño se sumó la ofensiva político-cultural de la insistente y machacona música del “voto útil” (es decir, del voto inútil y antidemocrático) mil veces interpretada, con eficacia probada, por cuadros y dirigentes del PSOE y organizaciones anexas. ¿Para qué vais a votar al PCE, al PSUC, a IU? Os lo pide el corazón y los años de lucha antifranquista; os entiendo, os entiendo. Pero pensar con la cabeza (es decir, con nuestra cabeza) y no arrojéis vuestro voto a la urna de lo inútil. No contáis, sois pocos, muy pocos, aunque tengáis razones. Nos votáis a nosotros, que somos muchos más y más modernos, y con ello, postulado ocultado, ya tenemos excusa para casi todo: con el mazo dando tras el voto recogido. Reconversión industrial, terrorismo de Estado, corrupción generalizada, estafa otánica, neoliberalismo sin techo. Etc. ¡A cazar ratones sea como sea! ¡A enriquecerse que es lo bueno, lo razonable y lo más postmoderno! ¡A ayudar a Carlos Slim, al Barclays Bank, al BBVA y a Gas Natural! ¡Esto es lo nuestro, esto es estar a la altura de las nuevas circunstancias! El mismísimo Joaquín Almunia -¡Joaquín Almunia!- entonó esa música en 2000, cuando era candidato a la presidencia del gobierno central por el PSOE.

De este modo, de estos lodos y de muchos barros, vino lo que vino. En apenas ninguna provincia tenía sentido votar al PCE o a IU para el Senado. Eso era cosa de caballeros o de damas con mantilla, así, a la Cospedal, y en muy pocas circunscripciones “tenía sentido” hacerlo para el Congreso. Aparte del ala nacionalista, sólo en 10 o 15 provincias valía la pena votar una opción que no fuera la del armónico y bien avenido dueto PPSOE.

Ni que decir tiene que el falsario argumento jamás caló en las filas nacionalistas del PNV y CIU. Mucho menos en las del BNG, HB y fuerzas afines. Tuvo menos efectos, aunque los tuvo ciertamente, en las contiendas municipales y tuvo sus consecuencias, en algunos lugares más que en otros, en las elecciones autonómicas. ¿Para qué votar a IU en Cantabria, La Rioja, Murcia, Castilla La Mancha o incluso en Navarra, Castilla y León o Galicia? ¿Somos acaso héroes estúpidos? ¡Contra la derecha, que viene el lobo!, gritó el zorro practicando con la caja registradora. Leer entero.

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