jueves, 25 de agosto de 2011

La solución de Zapatero-Rajoy-Rubalcaba pasa por que sean los trabajadores los que paguen el ajuste. Y, por supuesto, sin preguntar a la ciudadanía, no vaya a ser que esté en contra.

Techo de gasto y Rompetechos ideológico

Juan Carlos Monedero
Comiendo tierra


Cuando un ciudadano que tiene que hacer un gasto extra –vivienda, una enfermedad, solidaridad con amigos o familiares, inversión en estudios, un vehículo para trabajar- decide endeudarse para afrontar el problema sobrevenido, no está viviendo por encima de sus posibilidades: está haciendo un cálculo de necesidades para que su vida sea menos miserable.
Los que tienen dinero no viven estos problemas. Su fondo de seguridad es amplio e histórico. En cambio, a perro flaco, todo se le vuelven pulgas. Es así desde el comienzo de la humanidad. Como antes no había seguridad social, los pueblos inventaron el cuento de Cenicienta. Sólo te saca del agujero un golpe de suerte. Hoy sabemos que Pretty Woman es mentira y que los príncipes sólo se salvan a ellos mismos y a sus descendientes. Celo laboral. El grueso de la gente, o va a la revolución o a la resignación. La televisión y el fútbol se encargan de que nos interese más la maldad de Mourinho que la de la OTAN o el dedo que meten en el ojo de la vida de otros los que asesinan de hambre a niños en Somalia.

El sistema financiero no debiera nunca prestar dinero a quien no lo necesita. Lo que no significa que no lo haga. Es lugar común con los especuladores, que casi siempre juegan con dinero de otros. Lo hizo también metiendo los billetes en los bolsillos de la gente hasta que les convencieron de que no pasaba nada, de que vivir es gastar, de que ya arreglarían cuentas. Una manera de hacer más propia de la mafia que de bancos con alguna conciencia del medio plazo (véase las Confesiones de un ganster económico, de John Perkins, para ahuyentar ingenuidades). La alternativa sería prestar con inteligencia, gastar con inteligencia. La sensatez de los que se sientan a la hora de la cena con la familia a repasar las cuentas. Cualquier persona vinculada al mundo financiero sabe que los pobres son muy buenos pagadores. Leer entero.

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