lunes, 12 de marzo de 2012

Esperemos que la huelga no sea un paripé para cubrir el expediente los sindicatos y que nada cambie.

A la huelga

Antonio Márquez de Alcalá
Rebelión


“A la huelga diez,
a la huelga cien,
a la huelga,
madre yo voy también
a la huelga cien,
a la huelga mil.
Yo por ellos madre y ellos por mi.”


A la huelga compañeros – Canción revolucionaria



La tan esperada convocatoria de huelga general ya ha sido finalmente anunciada por los sindicatos. Algunos temíamos que se dilatara demasiado, pero ha llegado. Hacerla coincidir con la convocatoria de los sindicatos nacionalistas es una estrategia inteligente y unitaria. Resta ahora poner toda la carne en el asador para que la huelga sea un éxito, porque es una de las pocas herramientas, de hecho la fundamental, con la que los trabajadores cuentan para hacer valer sus demandas y defenderse de las agresiones de la patronal y los gobiernos neoliberales, por la vía de los hechos y no sólo de las palabras.

Y es que la huelga no es una herramienta cualquiera, no es sólo una forma de expresar descontento ante determinadas políticas, como pueden ser las manifestaciones, concentraciones o mítines. No es sólo un acto comunicativo o expresivo. Es algo más. Es una herramienta de fuerza que permite a los trabajadores organizados obligar a las empresas a suspender su actividad, lo quieran estas o no. Mientras el empresariado y la banca pueden obligar al trabajador a aceptar cualquier tipo de condición laboral, el despido o salarios ínfimos, únicamente en virtud del poder que les otorga su propiedad, así como las leyes y los instrumentos del Estado que la protegen, los trabajadores son capaces de imponer límites efectivos al poder empresarial y del Estado mediante el recurso a la huelga, por lo menos mientras esta dura. La huelga, como señalaba Walter Benjamin, se hace para imponer un propósito. Es una suspensión colectiva de la actividad laboral para conseguir unas condiciones diferentes, que previamente no existían, tras la reanudación de dicha actividad. En el caso del 29M se trata de obligar al gobierno del PP a dar marcha atrás a su agresiva reforma laboral. Podrá tener éxito o no, pero la capacidad coercitiva de la huelga, frente a la patronal y las instituciones, es difícilmente discutible mientras tiene lugar. Leer entero.

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