lunes, 9 de abril de 2012

La Cobardía, un defecto convertido en Arte.

Cualquiera puede sentir miedo, pero para ser un cobarde político hay que valer.

Dicen que lo cortés no quita lo valiente, asumir responsabilidades y culpas es un saludable ejercicio de higiene política, que por desgracia cada día se practica menos. Se puede ser un buen político y llevar siempre la frente alta, solo es cuestión de ética y de lo que llaman vergüenza, que si hubiera las dosis necesarias, todos estaríamos de otra manera, unos mejor valorados y otros menos asqueados. El caso es que, como veremos, esta disciplina de ocultar defectos y cargar mochuelos, algunos la elevan a la categoría de arte.

La cobardía es uno de los vicios más imperdonables que puede tener una persona, se considera una degeneración de la prudencia que anula el valor. Decir de alguien que es valiente, ya es una buena tarjeta de presentación, aunque pueda dejar una sombra de duda o regusto a inconsciencia, siempre se prefiere a que le califiquen a uno de cobarde.

En política, la palabra cobardía, es otra cosa, se difumina y empieza a  ser sustituida por eufemismos que matizan y atenúan lo negativo de este concepto. Se dice que es cauto, reflexivo, prudente, prevenido, hábil, astuto o sagaz el que da un paso atrás y allí "donde dije digo, digo diego". Total que, en política hoy en día, se considera un tipo listo a ese que viéndolas venir, se quita de en medio y "allá que se las den a otro". No hay cosa que huela peor que un cobarde-listo de estos.  Y el caso es que ejemplos no faltan.

Qué ha sido de aquellos tiempos en los que se decía que los hombres se vestían por los pies, y los compromisos políticos se llevaba hasta las últimas consecuencias, muchas veces, hasta complicar seriamente la vida y la hacienda del que se mantenía fiel a su palabra, y la complicación, además, solía afectar a su familia. Eran otros tiempos y otros hombres, de ideas los llamaban, y valientes, no cabe ninguna duda. Personas que con el tiempo han sido referentes incuestionables de los que sentirse orgulloso al intentar seguir sus pasos, aunque sea en otras circunstancias. Y ejemplos de esto si que no han faltado, por desgracia, en la historia reciente de Marmolejo.

Haciendo referencia a estas celebraciones cristianas que hemos pasado, me viene a la memoria aquella historia de Pedro, cuando negó hasta en tres ocasiones conocer a Jesús, si a él le pasó esto, que no nos puede pasar a nosotros, y mucho más teniendo en cuenta que la política de hoy, como hemos visto, es mucho mas sibilina que los principios religiosos cristianos, donde va a parar.

Así pues, llegamos a la conclusión de que hoy, para los de escasa fe en sus convicciones, el canguelo si se trata con destreza, se puede convertir por ironía del destino en alta política y sagacidad diplomática, siempre que el garrotazo que se quiere evitar se lo lleve otro. Por ejemplo, y solo es un ejemplo, si yo no quisiera ser portador de malas noticias, me busco la vida para que otro transmita las pésimas nuevas y ya está, asunto resuelto, maniobra completada y a otra cosa. Lo malo es que, para estas ocasiones, siempre hace falta uno que cargue con el mochuelo y el personal se termina dando cuenta de la manipulación, para esto yo buscaría y aconsejo que se haga así, por puro deporte y para matar dos pájaros de un tiro, a un adversario, quiero decir a uno que cuando se de cuenta la gente, su imagen quede minada, a alguien que sepa intimamente que voy a por él y que si no lo sabe, se entere al ver la jugada, si es así sale redonda. El remate es poner cara de circunstancia y frente a la galería, aquí no ha pasado nada. Para eso hay que valer y despreciar a la parróquia. En Marmolejo hay quien ha dominado este arte durante décadas, y hoy no le faltan imitadores.

Estas y otras lindezas, suelen pasar mucho en política, y sobre todo en época de pactos, que siempre hay marrullerías, pícaros y bribonzuelos que disfrutan tensando la cuerda para ver hasta donde llega la paciencia de unos y otros. Tontos hay en todas las casas probando que pasa cuando se mete los dedos en los enchufes y precisamente el premio a la inconsciencia tontuna suele ser encontrarse una desagradable sorpresa o una cartera vacía.

Por eso, cuando se pacta con quién no se debe, y eso a veces solo se sabe a toro pasado, luego que no nos sorprenda  lo que pase, que la valentía de muchos me la conozco yo de memoria, termina siendo una espada de Damocles, pero sobre cabeza ajena. Lo que son las cosas.

1 comentario:

  1. Podéis llamarme cobarde.

    Gracias por comentar. Me motiva mucho ver como se estimula la imaginación y los simpáticos comentarios que están recibiéndose, pero esto no va dedicado a nadie en particular y no vamos a dar nombres, no sería justo, solo es una reflexión sobre la clase política en general. Vamos a dejarlo ahí y otra vez, gracias por comentar.

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