domingo, 19 de agosto de 2012

Hay una mínima representación política que ha sabido señalar, denunciar, públicamente, dónde están los criminales y dónde las victimas y también está siendo linchada por ello: a su lado hay un principio de futuro.

Sueño abierto de una noche más larga que el verano

Alfonso Masó
Rebelión


Quitando a quienes vivieron la guerra y la posguerra del ominoso caudillo y sus muy pías huestes, pocas personas en este país podrán recordar épocas de tanta zozobra, pestilencia e incertidumbre ante la emergencia de la versión cloaca de un Guadiana de caspa endémica en el alma, rencoroso, zafio, vengativo, empeñado en mostrar a los desteñidos retratos de asesinos generales que se puede ser aún, en pleno siglo XXI, más ignorantes, más prepotentes, más xenófobos, más déspotas, más fascistas.
Comienza a correr un aire en las calles que arrastra una certeza, como pocas certezas: la atmosfera gesta un sideral puntapié en el trasero a esta panda de incompetentes amateurs del genocidio. Se está formando vertiginosamente en el espacio, como se forman los tornados, un nubarrón en forma de bota, y no itálica precisamente y tampoco de futbol victorioso sino mucho más parecida a la que condimentaba Charlot como único alimento que llevarse a la boca. Quienes contemplan la inminencia aventuran y consensúan nombres como “marea destituyente”, “tornado constituyente”... y otros mucho más viscerales que por conocimiento común no es necesario repetir ni disponemos aquí de espacio para ello. La mayoría absoluta ha trocado, tan rápidamente como la nube, en puntapié absoluto por autoinducido efecto bumerang, pues como reza más o menos en sus nuevos textos de “Educación para la ciudadanía” “el que a yerro mata a yerro muere”. Leer entero.

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