sábado, 3 de agosto de 2013

Ha llegado la hora de ser serios y analizar con calma todo lo que está pasando últimamente en Marmolejo.

El error está en pensar que en política todo vale. 

Esto no es un juego, en Marmolejo siete mil quinientas almas dependen en mayor o menor medida de las decisiones y gestión de los que dirigen y trabajan en la administración local. Esto lo saben y lo asumen los vecinos, pero los políticos de la oposición no están dando esta muestra de madurez, están demostrando no estar a la altura del pueblo. Y eso es muy preocupante.

Ser político, dedicarse a la política, es una opción muy personal y está al alcance de cualquiera, todos los ciudadanos pueden hacerlo, pero lo que ya no es tan fácil es ser un buen político o al menos serio y consecuente, para eso hay que valer. Se necesitan dotes, compromiso y vocación de servicio público, aptitudes para racionalizar y reflexionar para adaptarse a la realidad cambiante. Un político tiene que dar ejemplo, valorar que es una figura pública y que todo cuanto hace o dice tiene repercusión en las personas a las que administra, Un político tiene que anticiparse y prever las consecuencias de sus actos y al mismo tiempo saber que tiene una gran responsabilidad en el huso de su poder, tiene que tener muy claras sus limitaciones y tener muy bien marcadas las lineas rojas que no puede atravesar.

La lacra que vivimos hoy en España es que los políticos en el ejercicio de sus funciones se han saltado todos los límites, han abusado de la confianza depositada en ellos y han decidido enriquecerse a costa de los ciudadanos. Esto es muy grave, y no por frecuente hay que verlo con cierta apatía, como si no fuera con nosotros, ni aceptarlo con resignación, como si formara parte integrante del sistema, no podemos decir que todos los políticos son iguales, ni que no se puede hacer nada. Un concejal, ministro o consejero que se corrompe, deja de verse como un miembro productivo de la sociedad y pasa a ser un delincuente más, y como tal hay que perseguirlo, juzgarlo y hacerle pagar doblemente; por el daño causado y por la confianza traicionada. Y es evidente que el daño que causa la corrupción política va más allá de la cuantía monetaria defraudada o el huso indebido  de los medios público, es un ataque frontal contra sistema democrático que mina la confianza en la esencia de la organización y gestión de la sociedad y conlleva a la falta de respeto por las normas de la convivencia. Un político corrupto destruye la sociedad a la que defrauda.

Si un médico tiene que jurar un código hipocrático, un cura tiene que guardar el secreto de confesión  y un abogado considera inviolable la información que le dan sus clientes, un político en ejercicio tiene el deber sagrado de no traicionar la confianza de sus votantes. Sin embargo, con demasiada frecuencia los políticos corruptos no solo son tolerados, sino que sirven de ejemplo y hasta hacen escuela.

En Marmolejo llevabamos demasiados años conviviendo con prácticas abusivas y antisociales debido que la escuela política del partido en el poder ha estado viciada desde siempre, inmersa en un estilo de gestión pervertida de raíz, tanto en cuanto se ha basado en la teoría de que la mayoría absoluta, da poder absoluto en todos los sentidos, que lo que es público es del que manda y que los que no pertenecen a la casta dirigente, están por definición al servicio de esta. Se han comportado, básicamente como depredadores muy territoriales y muy agresivos en su territorio de caza, donde todo les estaba permitido y todo lo que estaba a su alcance era tomado por derecho para su uso y disfrute.

La única ley que ha imperado en la política marmolejeña durante muchos de los años del periodo socialista, ha sido la ley del más fuerte, la ley de la selva, dentro y fuera del partido, el grande se comía al chico y el macho alfa mandaba atemorizando a la manada. Hay del que no leyera. Con estas enseñanzas y estas prácticas como modelo, no podemos por menos que tomar muy en serio a los herederos políticos de este sistema, porque todo su afán es restaurarlo y volver a su normalidad aprendida del poder del fuerte sobre el débil.

Esto es justamente lo contrario a los principios de la Democracia, donde se pretende que todos seamos iguales y que las relaciones en su seno sean de dialogo, compromiso y cooperación interpares y los elegidos para ocupar los cargos públicos solo se deben al servicio a la sociedad.

Ha llegado la hora de ser serios y analizar con calma todo lo que está pasando últimamente en Marmolejo. La lucha de los que están en la oposición por desestabilizar la convivencia e instaurar el caos en el gobierno, es titánica, diaria y sin cuartel. Los vecinos se ven bombardeados diariamente con mensajes cruzados y de difícil asimilación, por lo descabellado del discurso y la parafernalia que le rodea, son mensajes catastrofistas y apocalípticos, plagados de amenazas y peligros, donde todo es manipulado y cada verdad se desvirtúa bajo el peso de decenas de mentiras. Es la instauración de la filosofía de cuanto peor, mejor y a río revuelto, ganancia de pescadores.

Los marmolejeños no comprenden como diez concejales elegidos por ellos mismos para que les ayuden,  acorralan a los tres que están en el gobierno y obstaculizan su trabajo, los insultan y los vejan, pero en ningún caso les ayudan a que los problemas del pueblo sean más llevaderos. No comprenden que pudiendo ayudar a construir decidan destruir, que en lugar de cooperar o coger el gobierno para trabajar por sus vecinos, estén optando por quedarse al margen, machacando y paralizando todo lo que puede servir de bueno para los ciudadanos. Los vecinos no entienden que  desde el Psoe y el PP se haya optado por camino que menos les ayuda a ellos, ni que se pierda el tiempo en demostrar, como en una pelea de gallos y machotes quien la tiene más larga. Los ciudadanos no comprenden que con lo que ellos están pasando no se apueste por la razón y la esperanza y si por difundir desasosiego, miedo, odio, enfrentamiento, malestar, pesimismo y amargura.

Los vecinos de Marmolejo no comprenden que la política tenga que ser esto, que ellos no signifiquen nada en los planes de algunos de los que han sido elegidos en las urnas  y se dediquen a cualquier cosa menos a solucionar los problemas de la sociedad. No entienden que el egoísmo que antepone lo particular a lo general sea el manual que siguen sus representantes. A ver quien les explica a los marmolejeños que para que anden los políticos del PP y el Psoe, tienen ellos primero que situarse en el punto más alto de la pirámide, que tienen que ser los machos alfa y dominar a la manada, que no saben trabajar en grupo, en cooperación, dialogando y dejando el instinto y el orgullo en la casa. A ver como le explicamos a las buenas gentes de Marmolejo que estos políticos son así, unos porque es lo único que han aprendido y otros porque son tan egoístas que si ellos no dominan prefieren destruirlo todo antes que verse obligados a reconocer sus limitaciones y errores. Pensemos un poco en esto, es un buen tema de reflexión para este verano en el que, mucho me temo, lo peor de esta sin razón todavía no ha pasado.


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